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(...) Estaba, pues, en el salón hacía diez minutos, conversando con damas maduras ataviadas recargadamente, o con fastidosos académicos, cuando de pronto noté que alguien me observaba. Me volví a medias, y por primera vez vi a Dorian Gray. Al encontrarse nuestros ojos, me sentí palidecer. Una curiosa sensación de terror me sobrecogió. Comprendí que estaba ante alguien cuya simple personalidad era tan fascinante que, si me abordaba a ella, absorbería mi naturaleza entera, mi alma y hasta mi propio arte. No quiero ninguna influencia exterior en mi vida. Ya sabe usted, Harry, lo independiente que soy por naturaleza. Siempre he sido dueño de mí mismo; siempre lo había sido, por lo menos, hasta el día de mi encuentro con Dorian Gray. Entonces....; pero no sé cómo explicarle a usted esto. Algo pareció decirme que mi vida iba a atravesar una terrible crisis. Tuve la extraña sensación de que el Destino me reservaba exquisitas dichas y penas exquisitas. Atemorizado, me dispuse a salir del salón. No era mi conciencia la que me hacía obrar así; había en ello una especie de cobardía. No vi otro medio de escapar. (...)
De pronto me encontré frente a frente con el joven cuya personalidad me había intrigado tan extrañamente. Nos tocábamos casi. De nuevo nuestros ojos se encontraron. Fue temerario por mi parte,pero rogué a Lady Brandon que me presentase a él. Después de todo, quizá no lo era tanto, sino simplemente inevitable. Nos hubiésemos hablado sin ninguna presentación. Estoy seguro de ello. Y Dorian, más tarde, me dijo lo mismo. También él había sentido que estábamos destinados a conocernos.
(...)
- Hábleme más de mister Dorian Gray. ¿Con cúanta frecuencia lo ve usted?
- A diario. No podría ser feliz si no le viese a diario. Me es absolutamente necesario.
- ¡Es extraordinario! Yo creía que no se preocupaba usted más que de su arte.
- Él es ahora todo mi arte - dijo el pintor gravemente-. Algunas veces pienso, Harry, que no hay más que dos cosas de alguna importancia en la historia del mundo. La primera es la aparición de un nuevo medio para el arte, y la segunda, el advenimiento de una nueva personalidad, también para el arte. Lo que el descubrimiento de la pintura al óleo fue para los venecianos, y más tarde la faz de Antinoo para la escultura griega, la cara de Dorian Gray lo será algún día para mí. No es únicamente porque le pinte, le dibuje o le haga apuntes. Ya hice todo eso, naturalmente; pero él es, para mí, mucho más que un modelo. Esto no quiere decir, en modo alguno, que esté poco contento de lo que he hecho sobre él, ni que su belleza sea tal que el arte no pueda expresarla. Nada hay que no pueda expresar el Arte, y sé muy bien que la obra que he hecho desde mi encuentro con Dorian Gray es una buena obra, la mejor de mi vida. Pero de una manera curiosa (me extrañaría que pudiese usted comprenderme), su personalidad me ha sugerido una manera de arte y un modo de estilo enteramente nuevos. Veo las cosas de un modo diferente. Las pienso diferentemente. Puedo ahora crear una vida que antes me estaba oculta. <
- ¡Basilio, eso es extraordinario! Es necesario que vea a Dorian Gray
- Harry- dijo- , Dorian Gray es un simple motivo de arte para mí. Usted no vería nada en él. Yo lo veo todo. Nunca está más presente en mi obra que cuando no veo ninguna imágen de él. Es una sugestión de nueva especie, como le he dicho. Le hallo en las curvas de ciertas líneas, en lo adorable y en lo sutil de ciertos colores. Esto es todo.
- Entonces, ¿por qué no quiere usted exponer su retrato?- preguntó Lord Henry.
- Porque, sin pensarlo, he puesto en él la expresión de toda esa extraña idolatría artística, naturalmente, de la cual nunca le he hablado. Él no sabe nada. La ignorará siempre. Pero el mundo pudiera adivinarla; y no quiero desnudar mi alma ante frívolas miradas curiosas. Mi corazón no estará nunca bajo su microscopio. ¡Hay demasiado de mí mismo en eso, Harry! ¡Demasiado de mí mismo!
Extracto de "El retrato de Dorian Gray" que presenta ese gusto por la belleza, esa importancia de lo estético y como esta puede llegar a crear ciertas idolatrías que podemos confundir con sentimientos como el amor, o que pueden llegar a convertirse en esto, en un amor enfermizo y obsesivo vivo en la ilusión y la desesperación del enamorado.